miércoles, 10 de diciembre de 2008

"Atrapados en la red"

Me sorprendió haber encontrado un resumen de la crítica nietzscheniana a la cultura occidental. Luego de varios días de pernocte frente a los libros, las fechas de parciales aún más cerca y los niveles de adrenalina elevados, pareciese que la internet fuese la salvación. Lo extraño es que esta vez había encontrado un libro de filosofía totalmente desglosado y al alcance de cualquiera de nosotros.
Internet comienza a gestarse en los años sesenta a partir de un experimento iniciado en los Estados Unidos. La idea era crear una red de ordenadores que pudiera funcionar en casos de crisis. Si una parte de la red se dañaba, el resto del sistema debía funcionar de todos modos. La precursora de lo que hoy es Internet se llamó ARPANET y conectaba a investigadores y académicos de Estados Unidos.
En 1995 comienza la gran expansión de Internet, consolidándose la WWW como el primer servicio que ofrecía la red. Desde ese entonces el espacio cibernético se ha convertido en la herramienta globalizadora por excelencia, gobernando cada uno de los ámbitos de la vida social. Distancias más cortas, intercambio, flujos de información y mayor interacción son algunas de las ventajas que nos ofrece Internet; pero el límite entre lo que puede ser considerado beneficioso y lo que puede considerarse perjudicial para un individuo, es muy delicado.
Lectura de noticias, oferta y demanda de empleos, emisoras de radio y tv “en vivo”, comercialización de productos de todo tipo, planos de calles, guías de transportes, imágenes, fotografías, sexo, chats, blogs, libros de cualquier género, enciclopedias, diccionarios, música, películas, videos, visitas a los supermercados, tiendas de ropa, política, negocios, empresas, consultas médicas, información sobre dietas alimenticias, deportes y consultas bancarias “on line”. Con el uso de Internet todo resulta más accesible y cualquier operación engorrosa aparenta ser muy sencilla. Internet maximiza nuestro tiempo y nuestros costos monetarios.
Mediante el empleo de los tan adorados programas de descarga cualquiera de nosotros puede hacerse acreedor, en cuestión de minutos, de discografías completas, conciertos y video clips de bandas musicales, estrenos cinematográficos, video juegos y costosos libros académicos, entre otras cosas. De este modo los objetos van perdiendo su valor material y su originalidad a nivel individual, dando lugar a una suerte de fenómeno de homogeneidad en el mercado. Es decir que todos los objetos parecen ser la misma cosa, debido a que es fácil conseguirlos y su costo es invariable.
Y hay más. Internet está repleto de páginas que contienen resúmenes, monografías e información útil a los estudiantes de cualquier nivel. ¿Qué se obtiene con este tipo de facilidades?. Se consigue que el individuo no piense. Para qué pensar si otros pueden hacerlo por nosotros. Así es como nos hacen creer que sirviéndonos de su tan favorable abanico de opciones, ganamos tiempo y conservamos energía; pero de lo que no se advierte es que se está contribuyendo a que la práctica de lectura sea cada vez menor y se considere poco necesaria. Mal o bien las más perjudicadas serán aquellas generaciones futuras, las cuales nacerán con este tipo de costumbres ya insertas en la vida social.
En estas dimensiones nos narraba Ray Bradbury en Fahrenheit 451. Una novela que nos introduce en un tipo de civilización donde la libertad de pensamiento no está permitida. Donde la lectura está prohibida a nivel delictivo. Donde todas las actividades que puedan inducir al pensamiento están mal vistas. Al respecto, la historia que nos presenta Bradbury se asemeja bastante a la realidad. Pareciese que todo circundara alrededor de los modos de manipulación y sometimiento engendrados desde los pilares más elevados del poder. Pareciese estar todo debidamente calculado y con el objetivo de suprimir la capacidad de reflexión propia e individual contribuyendo a la dominación. Lo que aparenta ser una herramienta colmada de beneficios resulta ser todo lo contrario. Todo es impersonal y masivo. Todo es exposición. Todo esto es un violento camuflaje.

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