viernes, 26 de septiembre de 2008

La Odisea del Sur

Ernesto era el primogénito de una familia de clase media alta. Había nacido y se había criado en la región más austral de la Comarca que se extendía desde el Polo Sur y llegaba más allá de la línea del Ecuador.
El extenso territorio atravesaba los más diversos climas y relieves pero todos sus habitantes compartían una misma historia y una misma lengua (con sus diversas variaciones). Pero solían estar tan ocupados discutiendo entre si por pequeños conflictos cotidianos que solían olvidar este origen común que compartían y ello les imposibilitaba unirse ante los enemigos extranjeros que desde El Norte siempre lograban conquistarlos e imponer a sus dictadores para administrar las regiones de la Comarca, fuera mediante la fuerza bruta o la seducción con espejitos de colores.
Ernesto, a pesar de una importante enfermad, tuvo una infancia feliz, se dedicó desde pequeño a sus estudios y al deporte. Su familia se mudo en reiteradas oportunidades por lo que él desarrollo una gran fascinación por los viajes.
Poco antes de recibirse como médico en la prestigiosa Universidad de su región decidió, junto con un amigo de la infancia, Alberto, emprender un viaje, una aventura, conocer los diversos parajes de esta extensa Comarca que infinidad de veces había recorrido en sus libros.
El viaje se inició unos cuantos kilómetros hacia el sur y luego comenzaron a subir hacia el norte. Habían decidido hacer el recorrido con los mínimos recursos, por lo cual partieron en una moto bastante desvencijada que los terminó por abandonar a mitad de camino. Sin embargo, ambos amigos no se dieron por vencidos y decidieron continuar el viaje a como diera lugar: caminando, a dedo, volando o a nado ellos llegarían al objetivo que se habían fijado.
A lo largo del viaje Ernesto y Alberto conocieron ese continente que tanto habían imaginado e hicieron una infinidad de amistades, pero también conocieron una realidad mucho más dura. Atravesaron pueblos consumidos por una pobreza impensada en continente tan rico en recursos, fueron testigos de las mayores injusticias sociales, vieron el hambre y las enfermedades que arrastraba a la mayor parte de su población a la desesperanza mientras que una pequeña porción de los habitantes de Comarca vivían lujosamente en las grandes ciudades imitando, cada vez más, el estilo de vida de los extranjeros del Norte.
Este primer viaje no duro más que unos pocos meses, pero al volver, Ernesto ya no sería el mismo. Las experiencias vividas lo habían cambiado profundamente. Comenzó a tener una concepción distinta de la realidad, ideales por los cuales luchar.
Poco después de recibirse de médico, decidió emprender un nuevo viaje junto a otro de sus amigos, esta vez llegaría al extremo norte de la Comarca, donde conocería al “Comandante” con quien entablaría una gran amistad y quien lo convencería de emprender una lucha armada para finalmente derribar a los dictadores decretados por El Norte y liberar a la Comarca de la servidumbre impuesta por este.
Organizar las fuerzas necesarias para semejante empresa no fue fácil, llevó años de sacrificio y de una vida clandestina durante la cual Ernesto nunca dejó de ejercer su profesión como médico, atendiendo a los más pobres y necesitados.
Tras varios años de luchas, idas y vueltas, pérdidas y triunfos en el combate, Ernesto, junto al “Comandante” lograron destronar a uno de los dictadores más sanguinarios que gestionaba La Isla de la Comarca.
Para entonces ambos ya se habían vuelto figuras míticas de norte a sur en toda la extensión de estas tierras que ellos pensaban liberar. Tanto se hablaba de ellos que habían dividido la opinión pública en dos: eran deidades que venían a salvar a la Comarca de la opresión, o dos demonios capaces las mayores crueldades jamás imaginadas, según de que lado se los viera.
Por un tiempo Ernesto se dedicó a administrar la economía de la Isla una vez instaurada la Revolución, pero luego de la gran victoria obtenida allí, quería llevar la lucha más allá del mar, por lo que comenzó su descenso por el continente con el objetivo de liberar nuevos territorios.
Durante años continuó su causa internado en las más profundas, selvas en pleno corazón de la Comarca. Pero finalmente, sus enemigos (los extranjeros del norte en complicidad con los falsos gobiernos de la región) le dieron muerte tras una cruel emboscada.
Entorno a su asesinato mucho se habló, se crearon mitos y leyendas, se continúo narrando esta historia durante décadas.
Sus enemigos lo siguieron convirtiendo en un ser maligno y abominable, aquellos que se decían sus seguidores encontraron la manera de sacar provecho sobre la leyenda que se había creado a su alrededor vendiendo todo aquello que estuviera relacionado a su historia.
Aquellos ideales que Ernesto quiso transmitir, las enseñanzas que quiso dejar pronto fueron distorsionadas o relegadas: Los habitantes de la Comarca pronto volvieron a olvidar aquello de que las fronteras en su interior eran falsas divisiones, de que todos compartían una historia de opresión y sometimiento de mas de cinco siglos, que pertenecían a una misma raza: la humana, y que como tales se debían respeto y solidaridad mutua. Los pobres volvieron a ser desahuciados, los ricos pronto volvieron a ocuparse de seguir el último grito de la moda que venia del Norte.
Incluso el Comandante que continuó gobernando la Isla por décadas tampoco logró llevar adelante el proyecto que había armado junto a Ernesto….
Esa fue la triste historia de uno de los tantos héroes que dio a luz esta inmensa, rica y pobre Comarca que es Latinoamérica.

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